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Fabián Tanferna: "Pequeños monumentos"

Una metafísica del espacio

 

El monumento es tanto una evocación como un tributo, implica de alguna manera convocar al sentimiento en estado de perfección y de pureza.

Liberar y conducir este impulso para plasmarlo en imagen, supone instrumentar las calidades y cualidades tanto de lo técnico, como de lo artístico.

 

Los pequeños monumentos de Fabián Tanferna tienen la fina capacidad de otorgar al espacio una dimensión metafísica y, aunque parezca paradójico, intimista antes que monumental. Sin perder magnitud ni carácter, son imágenes que evocan el roce, el murmullo, la pátina memoriosa, las oquedades del silencio y la soltura rítmica y "sonora" de los recorridos gestuales. La esfera o el círculo (que ambos son redondos pero sustancialmente diferentes) , las verticalidades absolutas o las imperfecciones significativas, deslizadas como toques casuales o abandonos, como temblor involuntario o discreto acento de diferencia, suponen una clara función afectiva, personal e intransferible.

 

"Capilla politeísta", "Refugio con escalera", son arabescos espaciales; en esa línea pero más contenida "Pórtico" es un aletear en superficie, mientras que "El arca del futuro" es pura virtualidad constructiva y "Fortaleza dormida" una oscilación entre el color y el mono cromatismo; "Cenotafio", "Edificio con péndulo" y "Pórtico lateral" aportan la pureza y el rigor de lo apolíneo, pero con apertura a una revaloración del color, cuya fuerza reside en la sensibilidad que aporta y sus límites diminutos, concentrados.

 

Los "Pequeños monumentos" deben a la arquitectura, su raíz, el áurea general, pero son aquellas indagaciones que Tanferna encara con cuidadosa discreción en sus materiales, los elementos que dan carácter a la imagen, que oscila entre presentarse como cuerpo tridimensional (que en efecto lo es) y por tanto, sin renegar de su genealogía arquitectónica o dibujos pictóricos virtuales, a la manera de un oficio de pintor que explora con devoción y talento, el promisorio terreno de la pintura.

 

Curiosa manera la que el artista utiliza para introducirnos en la perfecta inteligencia de la línea y la profunda emotividad del color; curiosa digo, porque nada está clausurado, ni se presenta inapelable. Tanto es así, que muchas veces la línea es también color y viceversa. Tal vez "Pórtico-lateral" y "Capilla politeísta", sean buenos ejemplos de lo que señalo.

 

Dejemos vagar la mirada sobre la secuencia de los "Pequeños Monumentos" que Fabián Tanferna erige en un soliloquio que tiene algo de oración laica; vemos un deslizarse ondulatorio sereno y grácil, incluso en aquellos trabajos que no están realizados sobre papel fotográfico, sino sobre papel hecho a mano; todo se adapta en el recorrido de las distintas obras, a la morosidad de la mirada cautivada: es que, hay profundidad sin precipicios, variedades formales sin barroquismo, amplitud sin dimensiones concesivas, color pautado con precisión y sin desborde, todo cantando en sordina una metafísica del espacio que resulta, en definitiva, una metafísica existencial.

 

 

San Fernando, 14 de abril de 2014

 

Horacio Safons

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